En
nuestra infancia; los cuentos, las anécdotas y las historias que nuestros
padres y abuelos nos contaban invadían nuestra cabeza de cientos de imágenes,
creábamos mundos increíbles y nos transportaban hacia ellos. Nos adheríamos y
nos encantaba acercarnos a aquellas personas que mejor contaban o narraban,
queríamos más y más, en especial, de quienes contaban las mejores historias.
Ahora,
en el mundo casi olvidado de los libros y los relatos orales, cientos de
personas acuden a las salas de cine a ver y vivir las grandes historias,
superproducciones que nos invaden de emociones o en su caso a lo mucho, nos
aburren, pero ahí están, repitiendo lo que desde nuestra infancia nos ha
encantado; que nos cuenten historias.
Los
libros, afortunadamente, para placer de muchas personas, -no así una gran
mayoría- siguen siendo una fuente de placer, que nos permite como en nuestra
infancia, crear un mundo infinito de posibilidades.
La
televisión a través de sus telenovelas, los noticieros con sus reportajes y
notas, nos siguen contando historias, pero no cualquier historia, sino la que
ellos –productores y financiadores- quieren que tengamos en mente, la que
cumpla sus objetivos, aunque en nuestra mente el único objetivo que tengamos
sea el de entretenernos e informarnos en el mejor de los casos. Con
el uso de internet y a través de las redes sociales, otros nos siguen contando
historias, la otra versión de los cuentos, de la novela, de las noticias. Nuestras
posibilidades siguen creciendo, seguimos imaginando y otorgando nuevas
significaciones a lo que ya conocemos.
Esto
ya se ha convertido en una herramienta práctica del ejercicio de las Relaciones
Públicas, y en situaciones de crisis, el final de esos cuentos de la infancia,
se convierten en nuestras soluciones. Esas
audiencias, de la que también formamos partes y que llamamos stakeholders,
-ahora comunidades-, dependiendo de la
plataforma desde la que hagamos referencia, nos exigen información, pero con
unas características más: desean ser escuchados, desean interactuar y tomar
decisiones en empresas e instituciones que no son suyas pero participan en
ellas como proveedores, compradores o como usuarios. ¿Cómo lograr el éxito y la
vinculación para sacar adelante cualquier empresa tomando en cuenta a las
distintas comunidades y/o públicos objetivos específicos? La respuesta se
encuentra en la ética, en el manejo de principios y valores, en considerar
nuestra máxima responsabilidad y actitud empática para con ellos.
Por
eso debemos considerar -y sirve lo
anterior para señalar-, que quizá uno de nuestros principales errores en la
comunicación que tenemos con estas comunidades es la estructura narrativa un
tanto egoísta de contar; la de relatar nuestras historias a partir de nosotros,
desde la perspectiva del emisor, en lugar de contar historias que nuestras
comunidades desean escuchar, aquellas en las que ellos y ellas sean los
protagonistas o les toque las emociones.
El
storytelling; la gran panacea de la Publicidad y las Relaciones Públicas
de nuestro tiempo, herramienta que se ha
convertido en relevante para llegar a un público distinto y diverso, con el único afán de captar su
interés, su credibilidad y nos recomienden.
¿Cuál
será la clave para contar “nuestra historia” pero que también sea “su
historia”? la respuesta quizá la encontremos al revisar sus necesidades,
identificarlas, cuáles son sus características, qué les llama la atención, qué
signos y símbolos son importantes para ellos, qué les molesta de la publicidad,
qué les molesta de nuestro producto y que les agrada; y enfocarnos acerca de lo
qué voy a comunicar y para qué –cuál es nuestro objetivo-.
¿Cómo
encajar nuestro mensaje en sus historias sin que se vea o la sientan como una
invasión a lo que les es propio?
¿Qué
quieren escuchar nuestros públicos o comunidades en un mundo de desigualdad
social, de inseguridad, de insatisfacción personal, de soledad, de muchos
mensajes, de corrupción, de descontento social, de discriminación, de apatía
hacia sus representantes gubernamentales?
¿Será
la publicidad de siempre?
La
respuesta, desde mi particular punto de vista es: las Relaciones Públicas, una
estrategia de Relaciones Públicas focalizadas, a partir de ellos y sus experiencias.
Una
estrategia que parta de ellos y vuelva a ellos, una estrategia que otorgue un
enorme valor a sus experiencias, a sus sentidos, a sus historias.
Una
estrategia que considere a la ética como uno de sus baluartes, con sentido
humano, con valores, incluyente y respetuosa de los derechos humanos, pero
irreverente, audaz, sin miedo a la confrontación y sobre todo propositiva, que
el mensaje se convierta en todo una experiencia de vida.
Me
gustaría conocer tu historia @TeoBriceo