En los últimos años, la
humanidad ha sufrido/gozado los avances indiscutibles en las nuevas formas de
comunicarse, evolucionando para hacer más eficiente el proceso comunicativo,
economizando para ser más eficientes en todos los campos, particularmente el
económico.
El ser humano como tal, se
ha conceptualizado y reconceptualizado a partir de estos procesos y avances
tecnológicos de la comunicación e información.
Govanni Sartori en su obra
Homo Videns, La Sociedad Teledirigida, hace un cuestionamiento bastante
interesante, y destaca el papel que ha tenido la televisión en la forma de
pensar de quien “ve precisamente lo que televisión le transmite”, entre sus
conclusiones destaca la más importante, que “el ser humano ha pasado de ser un
homo sapiens a un homo videns”, es decir de un ser humano pensante, que razona,
con capacidad de abstraer a un ser que piensa a partir de imágenes que le han
sido proporcionadas por un aparato como el televisor, sin capacidad de
abstraer, es decir un aparato que ha intervenido en la manera tradicional de
construir el pensamiento.
Cuando alguien escuchaba o
leía la palabra “árbol” como significante,
cada persona de acuerdo a su campo de experiencia se formaba una imagen, podría
construirla con características propias –alguien al escuchar el significante “árbol”
en su cabeza podría imaginar un cedro, un pino, un pirul, un manzano,
etcétera-, era una imagen heterogénea, pues cada quien le daba un significado
diferente, pero cuando la televisión señalaba “árbol” a la par del significante
y mostraba su significado, es decir mostraba la imagen del árbol, propiciaba la incapacidad de desarrollar un proceso cognoscitivo, anulando poco a poco la capacidad
de abstracción, ya que quienes escuchaban y veían la televisión podrían estar
viendo al mismo tiempo un laurel por ejemplo, es decir se propiciaba una
imagen homogénea, las y los televidentes construían así un pensamiento de acuerdo a los
términos de la entidad emisora.
Esto ocurre con la
televisión y su influencia en el campo de la información y comunicación, su
intervención fue y todavía sigue siendo muy importante en los distintos públicos en los que tiene cierto grado de penetración, no importando la manera
en la que el mensaje se transmite.
Aunque Sartori ya penetra en
el campo de la digitalización a partir del uso de internet, la televisión se
encuentra en un proceso de transformación y crisis a partir de la penetración
de las nuevas formas de comunicarse, sobre todo a través de las redes sociales.
Ya Ramón Zallo Elgezabal, apunta que a partir de la mezcla e invasión de lo
digital al espacio privado, el ser humano considerado homo digitalis se transforma en un homo mobilis, es “ubicuo con acceso a multi-recursos mediante la
banda ancha móvil propia de los smartphones y a interconexión de los sistemas
telecomunicativo, informático y televisivo, con entrada contínua a
repositorios, plataformas y redes sociales”. (Elgezabal, 2016)
Estas nuevas formas de comunicación
que se transforman a cada instante, con nuevos aparatos, nuevas invenciones,
nuevas significaciones, suponen un reto para las relaciones públicas, pues
nadie más que el publirrelacionista entiende de la angustia que ello provoca,
pues sus estrategias comunicativas se deberán construir a partir de estos
procesos.
Ahora la televisión, junto
con la radio, la prensa escrita, el cine y los videojuegos, participan en este
mundo imbricado; internet, que además no es una supercarretera de la
información, sino un sinfín de caminos, carreteras, vías de acceso a un mundo
de posibilidades infinitas, en el que además –bajo el supuesto hecho de que se
dice democrático, que en realidad no lo es-, se reproducen y reflejan las
condiciones económicas de los distintos pueblos y públicos que tienen acceso a
las redes de internet.
Para empezar, se hace difícil
comprender que aunque cualquier puede acceder a este mar de información, lo
cierto es que no todos acceden de la misma manera, pues hay quienes tienen que
acudir a plazas públicas a conectarse, otros tantos en sus hogares conectados a
un modem, otros más no tienen necesidad de una computadora o laptop sino
directamente desde su dispositivo móvil. A esto se suma que de todas esas
personas que acceden a internet, no cualquiera puede servirse de los
conocimientos ahí depositados, ya que algunos accesos dependen de la capacidad
económica de los usuarios, algunas aplicaciones son gratuitas y otras tantas
tienen un costo.
El identificar estos
públicos y las formas de acceder y/o comunicarse son tan variados que el
publirrelacionista constantemente se tiene que reinventar, reinventar procesos
de comunicación, la segmentación si es una posibilidad pero muchos no entienden
o huyen de ella.
Las redes sociales se
vuelven entonces el campo donde se desarrollará el juego de posibilidades
infinitas, estas redes sociales ahora son pieza fundamental en las nuevas
formas de comunicarse, las redes son el campo donde se configuran identidades, donde se refleja
el sentir social, pero también son el soporte para cometer ilícitos, donde -en
grupos públicos o privados- se configuran pertenencias, donde se puede ser
candidato o votante, donde se puede criticar y ser criticado, donde se ama y se
odia.
Ciertamente, el
profesionista de las relaciones públicas, tendrá que definir situaciones, las
más extravagantes y/o chocantes y las
más sencillas, determinar los retos y problemas a resolver para transmitir su
mensaje, no es complejo pero si se necesita el observar cuidadosamente las
transiciones en las formas de comunicarse, en las formas en las que se van
relacionando los seres humanos en las redes sociales.
Entender que aunque
cualquiera puede acceder a la red, a internet, no significa que va a
interpretar lo mismo, el mensaje se recibe a partir del campo de experiencia de
quien recibe y percibe el mensaje.
La misma red nos da
infinitas posibilidades de segmentación, conocerlas es responsabilidad de quien
se dedica a las relaciones públicas, te acerca, te promueve, gestiona y define
una imagen.
La realidad es tan cruel,
que a pesar de que hay un gran avance tecnológico y digital, no cualquier puede
acceder a la gran red social y navegar en este océano de la información, pues
mientras alguien puede cambiar de smartphone
de acuerdo a la novedad, alguien evalúa considerablemente entre comprar un kilo
de tortillas y/o un medicamento.
Las soluciones a una
realidad no se suscitan en lo digital solamente, sino en la confrontación entre
lo que es real y la posibilidad de soñar con una sociedad igual, mientras esta
no se consiga, seguiremos debatiendo entre las nuevas formas de comunicarse y
relacionarse, y las injusticias que niegan el acceso de cualquier ser humano a
los avances de la misma sociedad.
Las y los que nos dedicamos
a las relaciones públicas estamos en la constante de trabajar en los dos
campos, aunque en muchos casos estos se nieguen y anulen, entre lo real y lo
virtual, comunicar en la era digital y comunicar en la vía tradicional.
¿Ustedes qué opinan? Escríbeme
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Bibliografía
SARTORI,
GIOVANNI. Homo Videns. La sociedad teledirigida, México, Taurus,
1998.
ZALLO
ELGEZABAL, RAMÓN. Tendencias en Comunicación, Cultura Digital y Poder,
Barcelona, España, Gedisa, 2016.
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