Hoy
en día, la visión de una familia tradicional surgida a partir de la unión de
una pareja heterosexual unida por el matrimonio y que poseen hijos ya sean
biológicos o adoptados, coexistiendo en un mismo espacio, se ha modificado
notoriamente ante fuertes cambios y movimientos sociales y a partir del
reconocimiento de nuevas y diversas formas de organización de la vida doméstica
denominadas nuevas formas de familia.
Primero
en modo experiencial y posteriormente en el reconocimiento legal, el modelo de
familia en el ámbito escolar se ha redefinido a partir, por ejemplo, de que los
hijos e hijas de aquellas variantes de familias monoparentales por elección,
homoparentales, extendidas, etc., concurren a centros educativos, al igual que
los de las familias tradicionales, socializando y muchas veces superando en
número a aquellos niños y niñas nacidas y criadas en familias tradicionales;
sin embargo, su visibilidad no ha sido tanta en términos sociales como la que
tiene el modelo tradicional, es decir, muchas y muchos convivimos con hijos/as
de madres o padres solteros, con aquellos que vivían con sus abuelitos, y
actualmente, la convivencia también se da con niñas/os que tienen dos papás o
dos mamás en el caso de las familias homoparentales, y no poníamos atención en
ello.
Como
sociedad, es momento de hacernos algunas preguntas ¿Cuál es el fundamento de la
familia? ¿Cuál es aquel ingrediente sin el cual no podemos pensar la familia en
todas sus formas?, ¿Tiene que haber rol de paternidad y/o maternidad en las
familias, es decir para ser familia, debe haber hijos e hijas? ¿Quiénes
integran una familia? ¿Cuál debe ser o es su composición?
Desde
mi punto de vista y salvo mejor opinión, considero que parte de las respuestas
provienen de reconocer a la diversidad como el único factor común invariante en
todas las modalidades de familia y agregar que cada integrante debe
autodenominarse parte de esa familia, para que la misma se constituya, que no
necesariamente hay hijos/as, pues una pareja ya sea heterosexual u homosexual
sin vástagos, perfectamente se reconocen como familia. Como sociedad, estamos
en un proceso por el cual el concepto de familia, la tradicional o nuclear,
pasa a ser reconsiderada a la luz de la gestación de múltiples y variados
modelos familiares que en la actualidad encuentran su lugar en la sociedad, y
que en nada demeritan a la misma sino la enriquecen.
Podríamos
convenir, en que el parentesco familiar más que consanguíneo es social; que lo
diverso es el denominador común a las diferentes formas de familia. Y aún más,
en que la definición de familia parte de cada uno de sus integrantes,
afortunadamente es una autodefinición y no una imposición del saber científico
o religioso. Reconocer la multiplicidad de familias, su composición, nos
enriquece como sociedad, no importa con quienes vivas, mientras sea en sana
convivencia amorosa y con respeto a la pluralidad de las ideas.
Hasta
la próxima.
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