miércoles, 5 de febrero de 2020

Ideas para la construcción de un proyecto de vida



Por Teodoro Briceño de la Parra
En este post comentaré la experiencia a partir de que inicié mi canal en YouTube y Podcast, con el propósito de crecer con ustedes y emprender a partir mi propia experiencia y edad, porque muchas personas consideran que a cierta edad ya no se puede hacer mucho, y considero que no es así, que podemos hacer y mucho y contribuir además a la sociedad y nuestras familias, venciendo estereotipos y nuestros propios miedos, experimentar con nosotros mismos y compartir lo que vayamos haciendo, en nuestro propio campo profesional y de experiencia de vida.
Con lo anterior, me surgió una nueva duda o cuestionamiento y que, a decir verdad, siempre me he hecho, desde que en algún momento de la vida comencé a preguntarme qué quería para mi, mi vida y mi futuro, y si eso que quería me haría feliz.
Sin saberlo estaba en la búsqueda para la construcción de un proyecto de vida, que ha ido evolucionando, desde mi propia experiencia, por las circunstancias de la vida, aprendizajes y demás, esto es prácticamente inevitable, porque uno se fija metas y quizá no sean las más adecuadas para uno, es decir para mi o para ti.
Y es lo que quiero compartir con ustedes en este artículo.
Como les digo, uno propone y Dios dispone, pero esto no significa dejar que las cosas pasen, al contrario, uno busca lo que cree es mejor para su vida, pero he encontrado que la misma vida va perfeccionando nuestros deseos, a partir de dos sentimientos: el amor y el miedo.
Es decir, tenemos que decidir qué hacer con nuestra vida, nuestra historias, nuestros proyectos y sueños, venciendo miedos y con amor.
Lo anterior implica pensar y repensar aquello que queremos hacer y si esto nos hará felices. Porque no es cualquier cosa lo que queramos hacer, es la construcción de una gran obra, la más importante para nosotros: nuestra vida.
De lo anterior surge el cuestionamiento ¿Qué es un proyecto de vida? Es aquello que una persona se traza con el objetivo de conseguir uno o varios propósitos para su vida, su existencia, en otras palabras, se asocia a la búsqueda de  la  propia realización personal.
Es definir de manera consciente las opciones para guiar nuestra vida y alcanzar las metas que nos proponemos.

El primer comienzo es ubicarnos desde nuestra propia historia, nuestra relación con nuestra primera familia, si hubo papá, mamá, hermanos o hermanas, tutores, escuela, religión y otras tantas circunstancias que fueron definiendo nuestra personalidad.
Esto implica reconocer las cosas buenas que nos ocurrieron pero también aceptar aquellos errores y circunstancias que nos hicieron daño, sobre todo aquello que no podíamos manejar por nuestra edad, situación o género y que no dependía de nosotros.
Reconocer las experiencia y miedos que modificaron nuestras expectativas de vida, que ya pasaron pero dejaron marcada nuestra existencia.
Reconocer que hubo cosas muy buenas y otras que quizá fueron traumáticas, dolorosas y que no queremos recordar, pero que están ahí y forma parte de nuestros miedos, enfrentarlos. Y enfrentarlos serán necesario porque quizá se presenten en un futuro inmediato y debemos estar preparados para evitar que vuelvan a suceder, romper ese círculo vicioso que podría impedirnos crecer en nuestro proyecto de vida.
Porque nuestro proyecto de vida debe construirse con base en el amor a nosotros, a nuestra persona y no en miedos, porque los miedos podrían afectar tomar las mejores decisiones, y debemos recordar que un proyecto de vida nos da un por qué y un para qué a la existencia humana.
Es decir, elaborar un proyecto de vida le dará un sentido de vida a nuestro presente, porque de alguna manera se vive del presente pero sin perder de vista que el futuro se construye día a día y se convertirá en nuestro presente.
Un proyecto de vida puede ir por etapas y renovarse conforme vayamos alcanzando algunas metas como acabar la primaria, la secundaria, acabar o no la universidad, formar o no una familia, encontrar el trabajo de nuestros sueños, construir la casa de nuestros sueños,  un viaje, etcétera.
Un proyecto de vida puede iniciarse y renovarse en cualquier etapa de nuestra vida, a partir de que seamos conscientes de la importancia de construirlo, es decir podemos iniciarlo y reiniciarlo en la edad en la que nos encontremos en este momento, 20, 30, 40, 50, 60, 70, 80 o más.
Y soy claro en esto de la edad, porque conocí a una persona mayor de 80 años que su proyecto de vida a esa edad era el iniciar el cierre de ciclos, consciente por supuesto de la etapa en la que se encontraba, decía “mi proyecto es ser feliz en esta etapa de mi vida y lo haré cerrando ciclos y cumpliendo sueños que he dejado pendientes años atrás”.
Este proyecto de vida es decidir por uno mismo, que es ya en sí, un paso trascendental ya que implica tomar las riendas de nuestra vida personal y asumir las consecuencias de nuestra decisiones –lo que implica responsabilidad-.
Tomando por supuesto en cuenta, la formación que recibimos en el ambiente familiar, social y cultural, que influyó en la definición de nuestra personalidad, pero que una vez tomando conciencia de esto, sabemos que podemos modificar.
En resumen; vamos a pensar cómo esta nuestra vida, qué queremos cambiar y a dónde queremos llegar a partir de este momento.
Un proyecto de vida debe contemplar tres aspectos fundamentales: Visión, misión y metas.
La visión de un proyecto, es la imagen del futuro que queremos lograr, nos indica a dónde queremos llegar y cómo seremos cuando lleguemos. Esto incluye objetivos, aspiraciones, esperanzas, sueños y metas. Cómo nos vemos en determinado tiempo o plazo, uno, dos, tres o más años.
La misión es la forma de llegar a la visión a lo largo del tiempo, son las actividades que vamos a realizar para concretar la visión. Qué haremos para alcanzar esa visión o la forma como nos vemos a uno, dos, tres años o más.
Las metas son las realizaciones concluidas en el tiempo de lo que nos hemos propuesto como proyecto de vida.
Con estos tres aspectos, el primer punto es visualizarnos,  a partir de nuestra vida en este momento, quién soy, cómo soy, qué hago, y ubicarnos en el futuro planteándonos objetivos o metas a uno, dos, cinco o más años –quién seré, cómo seré, qué estaré haciendo, etcétera-.
Somos creadores de realidades, sólo hay que buscar el ángulo correcto.
Pensar que un proyecto de vida no se agota en el estudio, hay que tomar en cuenta deseos a nivel afectivo, social, familiar y laboral, tales como pareja, profesión, familiar, lugar y tipo de vivienda, número de hijos, hijas, valores, salud, entre otros aspectos.
Reconocer qué aptitudes, que valores, que fortalezas poseo y viceversa, qué debilidades tengo, que me frustra, qué me hace sentir mal, qué me da miedo.
En este sentido ubicarnos en un tiempo espacio, qué es lo que soy y dónde estoy,  qué es lo que quiero ser y dónde quiero estar.
En el ejercicio de vivir a plenitud les invito a proyectarse, a construirse, reconocer que la capacidad de crear y hacer magia está en nosotros, reconocer que los límites los colocamos nosotros y nosotros mismos los podemos vencer, es importante que creas en ti y si crees en ti, puedes alcanzar todo lo que quieras o deseas.
Qué no te digan que el cielo es el límite cuando sabemos que hay huellas en la luna.
Lo más importante eres tú y lo que decidas hacer con tu vida, si tú eres feliz, las personas que están a tu alrededor también podrán ser felices, porque nadie da lo que nadie tiene.
@TeoBriceo


No hay comentarios:

Publicar un comentario